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Cuando se habla de autoestima, autoconfianza o bienestar emocional, rara vez se menciona una pieza fundamental: el merecimiento. Sentir que uno merece cosas buenas en la vida no es un simple acto de optimismo, sino un componente clave en la salud mental. Muchas personas llegan a terapia con una sensación profunda de no merecer felicidad, amor o éxito, lo que limita sus decisiones, relaciones y crecimiento personal. Trabajar el merecimiento en terapia no es solo un lujo, sino una necesidad para construir una vida plena y auténtica.
El merecimiento es la creencia de que somos dignos de recibir amor, respeto, éxito y bienestar sin necesidad de demostrar constantemente nuestro valor o sacrificarnos en exceso. Cuando esta creencia está debilitada, es común que las personas:
Se autosaboteen en relaciones o proyectos importantes.
Tengan dificultades para poner límites por miedo a no ser aceptadas.
Se esfuercen excesivamente para probar su valía.
Eviten oportunidades por sentir que no están a la altura.
Desde un enfoque basado en la evidencia, diversas corrientes psicológicas, como la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) y la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), han demostrado que las creencias de no merecimiento pueden estar profundamente arraigadas en experiencias tempranas, mensajes culturales o patrones familiares (Beck, 1976; Hayes, Strosahl & Wilson, 2016). Estas creencias no son una verdad absoluta, sino narrativas aprendidas que pueden modificarse con el trabajo terapéutico adecuado.
El sentimiento de no merecimiento suele originarse en la infancia y la adolescencia. Experiencias como la crianza en un ambiente altamente crítico, el refuerzo condicional del amor o la comparación constante con otros pueden llevar a la construcción de creencias limitantes sobre el propio valor. Según Young, Klosko y Weishaar (2003), estas experiencias pueden generar esquemas de inutilidad o fracaso, que influyen en la forma en que las personas perciben sus logros y derechos.
Además, factores socioculturales también desempeñan un papel fundamental. En muchas culturas, se refuerza la idea de que el sacrificio y la autosuficiencia extrema son valores esenciales, lo que puede llevar a las personas a sentir que deben "ganarse" todo lo bueno que les sucede. Esto puede derivar en una autoexigencia poco saludable y en una dificultad para aceptar el éxito sin culpa.
Identificando creencias limitantes
Muchas personas arrastran pensamientos automáticos como: "No soy suficiente", "Si no me esfuerzo al máximo, no valgo" o "No merezco ser feliz". La terapia ayuda a identificar y desafiar estas ideas con estrategias basadas en la reestructuración cognitiva (Young, Klosko & Weishaar, 2003).
Reconociendo el valor intrínseco
A través de ejercicios de autocompasión y mindfulness, se fomenta la idea de que el valor personal no depende del rendimiento o la aprobación externa, sino de la propia existencia y humanidad (Neff, 2011). La práctica de la autocompasión ayuda a reducir la autocrítica y a desarrollar una relación más saludable con uno mismo.
Trabajando en la autoaceptación
Las técnicas de terapia de tercera generación, como la ACT, promueven la aceptación de uno mismo sin necesidad de encajar en estándares externos, permitiendo que la persona construya una vida alineada con sus valores (Hayes, Strosahl & Wilson, 2016). Esto implica dejar de lado la búsqueda de validación externa y aprender a valorar el propio camino.
Fomentando conductas de merecimiento
Actuar como alguien que se siente merecedor puede generar cambios internos. Terapias basadas en la conducta recomiendan prácticas como aprender a decir "no", celebrar logros personales y recibir elogios sin minimizarlos (Young, Klosko & Weishaar, 2003). Estas acciones refuerzan la creencia de que uno es digno de recibir cosas buenas sin sentirse culpable o en deuda.
Explorando narrativas personales
Desde un enfoque narrativo, trabajar el merecimiento implica revisar las historias que una persona ha construido sobre sí misma. Reformular estas historias desde una perspectiva más compasiva y realista puede ayudar a redefinir el sentido de valía personal.
Cuando una persona trabaja en su merecimiento, el cambio es profundo. Se permite disfrutar sin culpa, establecer límites sanos y tomar decisiones basadas en lo que realmente quiere, y no en lo que cree que debe hacer. Esto impacta positivamente en la salud mental, las relaciones interpersonales y la calidad de vida en general.
Si alguna vez te has sentido indigno de amor, éxito o felicidad, recuerda que el merecimiento no es algo que se gane con esfuerzo, sino una creencia que puedes cultivar. Trabajar en ello en terapia es un acto de amor propio que puede transformar tu manera de vivir y relacionarte con el mundo.
Beck, A. T. (1976). Cognitive therapy and the emotional disorders. International Universities Press.
Hayes, S. C., Strosahl, K. D., & Wilson, K. G. (2016). Acceptance and commitment therapy: The process and practice of mindful change. Guilford Publications.
Neff, K. (2011). Self-compassion: The proven power of being kind to yourself. HarperCollins.
Young, J. E., Klosko, J. S., & Weishaar, M. E. (2003). Schema therapy: A practitioner's guide. Guilford Press.