Trastorno de Ansiedad por Enfermedad
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Trastorno de Ansiedad por Enfermedad
La salud es uno de los pilares más valorados en nuestra vida. Es natural preocuparse ante ciertos síntomas o buscar información cuando algo no se siente bien en el cuerpo. Sin embargo, cuando esa preocupación se vuelve persistente, angustiante y desproporcionada frente a la evidencia médica, puede tratarse de algo más que simple inquietud.
El Trastorno de Ansiedad por Enfermedad es una condición clínica que genera un intenso malestar psicológico y afecta el bienestar cotidiano. Lejos de ser “exageración” o “dramatismo”, este trastorno implica un patrón de preocupación excesiva y constante por tener o desarrollar una enfermedad grave, a pesar de evaluaciones médicas tranquilizadoras.
En este artículo exploraremos qué es este trastorno, cuáles son sus causas, cómo se manifiesta y qué tratamientos han demostrado ser eficaces, siempre desde un enfoque empático, basado en la ciencia y centrado en el bienestar emocional.
Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), este trastorno se caracteriza por:
Preocupación persistente por tener o adquirir una enfermedad médica grave.
Síntomas físicos ausentes o leves.
Alto nivel de ansiedad relacionada con la salud.
Comportamientos excesivos de chequeo, búsqueda de información o visitas médicas frecuentes, o por el contrario, evitación extrema de contextos médicos por miedo.
La preocupación dura al menos seis meses, aunque el foco de la preocupación puede cambiar.
Este cuadro se diferencia de los trastornos somáticos en que el foco principal es la ansiedad por la posibilidad de enfermar, no tanto las sensaciones físicas en sí mismas.
“El rasgo distintivo del trastorno de ansiedad por enfermedad es el miedo desproporcionado e incapacitante a estar enfermo, que no se alivia con evidencia médica tranquilizadora” (APA, 2013).
Como ocurre con muchos trastornos de ansiedad, el origen es multifactorial y suele ser una interacción de factores biológicos, psicológicos y sociales. Estos son algunos de los más frecuentes:
Experiencias tempranas con enfermedades graves en uno mismo o en familiares cercanos.
Aprendizajes durante la infancia donde la salud era tema central o fuente de angustia.
Estilo de apego ansioso o experiencias de inseguridad.
Rasgos de personalidad como el perfeccionismo o la hipervigilancia corporal.
“Las experiencias médicas traumáticas en la infancia o la enfermedad de una figura significativa pueden generar esquemas de vulnerabilidad y catastrofismo frente al cuerpo” (Furer & Walker, 2008).
Las personas con este trastorno suelen presentar creencias disfuncionales acerca del cuerpo, la enfermedad y la salud, como:
“Si siento algo raro, significa que algo anda muy mal”.
“Los médicos pueden equivocarse o no detectar lo que tengo”.
“No puedo tolerar la incertidumbre sobre mi salud”.
También es común la hipervigilancia somática, es decir, un monitoreo constante del cuerpo, que intensifica la percepción de sensaciones normales o ambiguas como signos de algo grave.
Exposición frecuente a noticias o contenidos sobre enfermedades.
Pérdidas recientes o situaciones de estrés prolongado.
Pandemias, crisis sanitarias o eventos colectivos que aumentan el miedo al contagio.
En todos los casos, la ansiedad por la salud no es fingida ni exagerada a propósito. Es una respuesta real al malestar que produce la incertidumbre, el miedo a sufrir y a perder el control sobre el cuerpo.
El ciclo de ansiedad por enfermedad se refuerza a través de conductas que inicialmente alivian, pero que a largo plazo perpetúan el malestar. Algunos ejemplos:
Buscar constantemente en internet (cybercondría).
Pedir repetidamente opinión médica o pruebas.
Evitar exámenes o consultas por miedo al diagnóstico.
Comparar síntomas con los de otras personas o casos graves.
Chequear compulsivamente partes del cuerpo.
Estas conductas actúan como “soluciones fallidas”: alivian temporalmente la ansiedad, pero no la resuelven. Con el tiempo, la persona confía cada vez menos en su cuerpo y más en fuentes externas, aumentando su dependencia y su angustia.
La buena noticia es que este trastorno tiene intervenciones psicológicas con alta evidencia de efectividad. La más recomendada es la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC), especialmente con un enfoque adaptado a los temores de salud.
La TCC busca:
Identificar y cuestionar las creencias disfuncionales sobre la salud.
Reducir las conductas de chequeo y búsqueda de tranquilidad.
Aprender a tolerar la incertidumbre médica y el malestar emocional.
Mejorar la relación con el cuerpo desde la confianza, no desde el control.
“La TCC adaptada al trastorno de ansiedad por enfermedad ha demostrado ser eficaz tanto en terapia individual como grupal, con resultados duraderos en el tiempo” (Warwick & Salkovskis, 2001).
Modelos como la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) también han mostrado beneficios, especialmente cuando se trabaja la aceptación del malestar corporal, el vínculo con los valores personales y la flexibilidad psicológica.
En casos moderados o severos, puede ser útil el uso de inhibidores selectivos de recaptación de serotonina (ISRS), siempre bajo prescripción psiquiátrica, especialmente si hay comorbilidades con depresión o trastornos de pánico.
Superar la ansiedad por enfermedad no significa dejar de cuidar la salud, sino recuperar una relación más amable, confiada y realista con el cuerpo. Significa dejar de vivir en el “¿y si me enfermo?” para poder volver a habitar el presente con mayor serenidad.
Trabajar este trastorno implica aprender a convivir con la incertidumbre, desarrollar nuevas formas de interpretar las sensaciones físicas, y construir una vida que no esté al servicio del miedo, sino de los valores personales.
American Psychiatric Association. (2013). DSM-5: Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales.
Furer, P., & Walker, J. R. (2008). Health anxiety: Clinical and research perspectives on hypochondriasis and related conditions. Wiley.
Warwick, H. M. C., & Salkovskis, P. M. (2001). Hypochondriasis. Behaviour Research and Therapy, 39(7), 805–812.
Abramowitz, J. S., & Braddock, A. E. (2011). Psychological treatment of health anxiety and hypochondriasis: A biopsychosocial approach. Guilford Press.