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El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) en adultos es una condición neurobiológica que afecta la atención, la organización, el control de impulsos y la regulación emocional. Para quienes conviven con una persona con TDAH, comprender la naturaleza del trastorno y adoptar estrategias de apoyo adecuadas puede marcar una gran diferencia en la calidad de vida del afectado y en la dinámica de la relación.
Esta guía está diseñada para ayudar a la red de apoyo a ser un factor protector y no una fuente adicional de estrés. A continuación, se presentan pautas prácticas y recomendaciones para brindar un apoyo efectivo.
Comprendiendo el TDAH en Adultos
El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo caracterizado por dificultades en la atención, la impulsividad y, en algunos casos, la hiperactividad. Aunque se asocia comúnmente con la infancia, muchas personas continúan experimentando síntomas en la adultez, lo que puede afectar su desempeño laboral, la gestión del tiempo, la organización y, por supuesto, las relaciones interpersonales.
Antes de poder brindar un apoyo adecuado, es fundamental comprender que el TDAH:
No es una elección ni una falta de esfuerzo.
No se debe a pereza o desinterés, sino a dificultades en las funciones ejecutivas del cerebro.
Puede generar frustración, baja autoestima y dificultades en diversas áreas de la vida.
Se manifiesta de manera diferente en cada persona; algunos pueden ser más desorganizados, mientras que otros pueden luchar con la impulsividad o la regulación emocional.
Las relaciones pueden verse afectadas por diversos síntomas del TDAH, lo que puede llevar a malentendidos y conflictos. Algunos de los desafíos más frecuentes incluyen:
Dificultad para recordar compromisos: Puede parecer desinterés o falta de consideración, cuando en realidad se trata de una dificultad en la memoria de trabajo.
Problemas de organización y gestión del tiempo: Esto puede generar una distribución desigual de responsabilidades en la pareja o la familia, causando resentimiento.
Impulsividad en la comunicación: Responder sin pensar o interrumpir puede generar discusiones innecesarias y malentendidos.
Hiperfoco en intereses personales: Algunas personas con TDAH pueden sumergirse completamente en una actividad y descuidar a sus seres queridos sin intención de herirlos.
Dificultades para regular emociones: Esto puede llevar a reacciones intensas ante frustraciones o conflictos menores.
Fatiga en quienes rodean a la persona con TDAH: La familia, amigos o pareja pueden sentirse agotados si asumen muchas responsabilidades o si no reciben suficiente atención emocional.
Las investigaciones muestran que las personas con TDAH pueden experimentar mayores niveles de conflicto en sus relaciones interpersonales debido a la falta de comprensión sobre su condición. En las parejas, esto puede aumentar el riesgo de separación o divorcio si no se manejan adecuadamente los desafíos. En las familias, puede generar resentimientos y dificultades en la convivencia. En las amistades, la dificultad para mantener el contacto o recordar compromisos puede hacer que algunas relaciones se debiliten con el tiempo.
Sin embargo, con las estrategias adecuadas, estos vínculos pueden fortalecerse y volverse más satisfactorios.
Si bien el TDAH puede representar desafíos, existen múltiples estrategias que pueden mejorar la convivencia y fortalecer los vínculos:
Tanto la persona con TDAH como sus seres queridos deben informarse sobre esta condición para comprender mejor sus efectos y evitar atribuciones erróneas.
Leer libros, asistir a talleres o consultar a profesionales puede marcar una gran diferencia.
Validar las emociones: Reconocer sus esfuerzos y dificultades ayuda a fortalecer su autoestima.
Evitar frases como "si te esforzaras más, podrías hacerlo", ya que pueden ser contraproducentes.
Expresar emociones, expectativas y necesidades de manera abierta y respetuosa.
Usar frases en primera persona para evitar culpabilizar.
Hacer acuerdos explícitos en lugar de suposiciones.
Utilizar herramientas visuales, como pizarras o notas adhesivas, para recordar compromisos y acuerdos.
En el caso de amistades, establecer rutinas para mantenerse en contacto y evitar que la relación se enfríe por descuido.
Aplicaciones móviles, alarmas, agendas y listas de tareas pueden ayudar a gestionar compromisos y reducir la carga de la pareja, familia o amigos que brindan apoyo.
Dividir tareas grandes en pasos pequeños para reducir la sensación de abrumamiento.
Fomentar rutinas estructuradas y predecibles.
Trabajar con un profesional especializado en TDAH puede proporcionar estrategias personalizadas para mejorar la relación y fomentar la regulación emocional.
En familias, la terapia sistémica puede ser útil para fortalecer los lazos y mejorar la convivencia.
Técnicas como la respiración profunda, la meditación, la reestructuración cognitiva y el ejercicio físico pueden ayudar a manejar la impulsividad emocional.
No tomar las reacciones impulsivas de manera personal.
Crear momentos para hablar sobre emociones sin juzgar.
Establecer acuerdos realistas sobre las tareas del hogar y otras obligaciones.
Dividir responsabilidades en función de fortalezas y no solo de expectativas sociales, para hacer la convivencia más llevadera.
Programar citas, compartir actividades recreativas y reservar momentos de calidad juntos ayuda a mantener los vínculos fuertes y evitar que el TDAH se convierta en el único foco de la relación.
Recordar que el TDAH no define el valor de la relación.
La paciencia y la empatía son fundamentales para fortalecer el vínculo y minimizar la frustración mutua.
Todos los involucrados deben cuidar su bienestar personal para evitar el agotamiento emocional.
Tener espacios individuales para hobbies y descanso es clave para el equilibrio.
No sobreproteger: Ayudar no significa hacer todo por la persona, sino fomentar su autonomía.
Evitar comparaciones con personas sin TDAH, ya que minimiza su experiencia.
No reforzar la procrastinación, sino ayudar a generar estrategias para gestionar el tiempo sin fomentar la evitación.
El TDAH en adultos no define el valor de una persona ni la calidad de sus relaciones. Comprender esta condición desde una perspectiva neurobiológica y no moralizante es clave para evitar la estigmatización y fomentar una convivencia más armoniosa. Con información, comunicación efectiva y estrategias adecuadas, las relaciones pueden fortalecerse y volverse más satisfactorias.
Si tú o alguien cercano tiene TDAH y sienten que la relación está sufriendo, buscar apoyo profesional puede ser una excelente manera de fortalecer los lazos y aprender herramientas prácticas para una convivencia más saludable.